viernes, 5 de marzo de 2010

De Honduras a Benjamín Hill


Joven mujer lleva más de un mes viajando para llegar a la frontera con Estados Unidos y de ahí trasladarse por cualquier medio posible al Bronx allá en Nueva York

Por Claudio Tiznado
elnortedesonora@hotmail.com
La crisis en Centroamérica la obligó a dejar su tierra en busca de mejores oportunidades y la convirtió en migrante.
Después de recorrer miles de kilómetros a pie y en tren durante un mes, dejando atrás Honduras, su país, traspasar Guatemala y cruzar todo el territorio mexicano hoy está de paso en Benjamín Hill.
Se dirige al Bronx, uno de los cinco condados que forman la ciudad de Nueva York, donde tiene familiares que, aunque no esperan su visita, está segura que le darán una buena recepción.
Ella es Milixa Cruz, una jovenzuela de apenas 18 años de edad, que sin más recursos que sus buenos deseos se dirige en busca del devaluado “sueño americano”.
Su única compañía son sus pants color azul mar y su blusa negra; sobre su cabeza descansa una gorra negra con motivos del “Hombre Araña” y sus pies apoyan su andar en unos viejos huaraches amarillos color de sol.
Los vagones del ferrocarril son su refugio temporal y único medio de transporte donde ha vivido los últimos 30 días, según su testimonial. Su dieta ha consistido en ingerir comida enlatada y tortillas cuando hay la oportunidad.
El golpe de estado al mandatario Manuel Zelaya por las fuerzas armadas de Honduras agudizó el desempleo en esa nación, y la hizo tomar la valerosa y dura decisión de abandonar a sus padres y hermanos, de quienes, no se despidió al emprender su aventura.
Además, también desertó de sus estudios de preparatoria que cursaba allá en la ciudad de Trujillo Colón, una de las bahías más conocidas de aquel pequeño país centroamericano.
“Es muy dura la vida allá… Hay más delincuencia ahora,” narra la joven de rasgos mulatos, “las maquilas están cerrando y no hay trabajo casi”.
Su plan ahora es llegar hasta Mexicali donde ella sabe que existe “La Casa del Migrante”, para de ahí llamar a sus padres y explorar la posibilidad de que le envíen algo de dinero para continuar su periplo.
Del camino andado asegura que no se arrepiente, pues de Honduras a Benjamín Hill el viaje no fue accidentado, pese a todos los peligros que se deben enfrentar y a que se topó con integrantes de “La Mara Salvatrucha”, quienes lejos de hacerle daño hasta de alimentos la proveyeron.
Milixa se muestra segura de lo que hace y además se jacta de no conocer el miedo, por lo que llegará hasta la gran metrópoli norteamericana, el destino que se propuso el pasado 2 de febrero cuando decidió “quemar sus naves” y emprender el episodio de su vida.

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